URGENCIAS


Ayer en la radio, Puyaps hizo una columna sobre la Asamblea Antidepresiva. Hacer algo por lo que nos preocupa nos calma. Me acuerdo que una vez hablé de esto con mi psicóloga, cuando se quemaba la cordillera. Como está pasando de nuevo ahora.


Esa vez, un grupo de chicas nos organizamos espontáneamente. Éramos unas diez y, en dos o tres días, justo antes de que empezara la cuarentena, armamos un evento. La mayoría éramos del sur, pero hubo unas platenses aguerridas que no se quedaron atrás.


El panorama era fatal. No solo había focos de incendio descontrolados en toda la Comarca Andina, sino que las llamas habían arrasado casas en Lago Puelo y uno de los incendios había pasado por encima de El Hoyo. Los bomberos, desbordados, solo podían intentar salvar algunas casitas.


Alberto Fernández acababa de asumir y había dicho que el pueblo tenía que marcarle cuando se equivocara. Y ya se estaba equivocando. Los negocios con empresas mineras e inmobiliarias siempre están por encima de las leyes de protección ambiental. Nunca son prioridad.


Fue una época en la que intenté estar en todos los frentes, poniendo el cuerpo y la cabeza. Me pasaba el día en grupos de organización. La ansiedad me destrozó: angustia, dolor físico, ataques de pánico. Al final, tuve que salir. Nos fuimos cansando, nos fuimos derrotando.


Tengo mucho para decir, pero hay algo que siempre me duele: lo pocos que somos defendiendo la tierra y lo agotador que es. Porque no entendemos que sin eso no somos nada. Que un plato de comida en la mesa es urgente, pero ese plato depende de un entorno en el que podamos vivir y trabajar sin miedo a perderlo todo en llamas. Que sin equilibrio en el ecosistema, todo colapsa. Que sin una Ley de Humedales nos quedamos sin agua. Pero bueno, white people problems para muches.


Esta semana, Milei habló contra todas las minorías que pudo en un foro económico en Davos. Y cuando digo minorías, hablo en términos de poder y hegemonía. Porque atacó a putos, lesbianas, marrones, pueblos originarios, travestis y mujeres, que —por cierto— somos más de la mitad de la población mundial.


La comunidad LGBTQ+ respondió rápido y organizó una asamblea. En cuestión de horas, llenaron una plaza. Mañana hay una marcha: la Marcha Federal del Orgullo Antifascista, Antirracista y LGBTIQNB+.


Voy a ir para repudiar ese discurso asqueroso, pero también para sanar la impotencia de no poder hacer todo lo que quisiera en otras luchas.


Voy a ir porque la cordillera está prendida fuego de nuevo, y sé que apenas será un par de noticias en la tele.


Voy a ir porque no quiero a este gobierno de mierda ni a ningún otro que no nos escuche ni nos ponga primero.


Voy a ir porque soy mujer y porque me atacan todos los días por serlo.


Voy a ir porque, de todas las urgencias, esta es la más tangible: que no nos maten ni violen en la calle por la habilitación a la persecución que dio el presidente.


Voy a ir porque me arde el fuego que quema los bosques y las montañas de las que vengo.


Voy a ir porque hace tres días me dijeron que me iban a violar.


Voy a ir por todes mis amigues no hetero cis. Porque no quiero que les pase nada y los quiero felices.


Voy a ir porque nos corren con urgencias y nos obligan a elegir qué pelear primero. Porque sé lo que es luchar casi sola, y esta vez no va a ser así. Porque mientras más seamos, más nos va a sanar el alma.


Voy a ir porque estar ahí me va a hacer un poco más feliz.


Voy a ir porque tenemos que estar TODES.



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