Cuando el silencio no es una respuesta
Me enoja. Me confunde. Me frustra. Me da una gracia que no es graciosa, porque es demasiado absurda.
Y no hablo del “el que calla, otorga”. Hablo de ese silencio moderno, pasivo-agresivo, supuestamente sutil y elegante, que se usa como respuesta. O como no-respuesta.
No respeto el silencio. No lo romantizo. No me parece sensato, ni estratégico, ni válido en todos los casos. A veces, claro, es necesario callar. Cuando el otro dice: “prefiero no hablar más”, lo entiendo, lo acepto. Hay decisión, hay un límite, hay una comunicación.
Pero cuando alguien que no conozco, con quien apenas empecé a interactuar, decide dejar de responder como método de cierre… no hay ningún límite ahí. Solo una retirada sin sentido, cobarde, egoísta.
No quiero interpretar señales. No soy adivina, ni tengo ganas de jugar al “descifrando intenciones”.
La gente que se va sin decir nada a veces piensa que así “no hace drama”. Como si hablar fuera conflictivo por definición. Pero para mí, lo que genera drama es precisamente eso: la falta de palabras. La idea de que no decir nada es lo mismo que decir “no”.
Para mí, no lo es.
Decir “no” no hace que explote nada. No abre portales al infierno ni te convierte en el villano de la historia. Solo te hace alguien honesto, claro, atrevido. Pero parece que esos no son elogios. La cobardía se disfraza de “autocuidado”, de “no tengo energía”, de “no quería lastimarte”.
Claro que no me vas a lastimar si no te conozco. ¿Por qué me importaría tanto? Es menos, es mucho menos.
Lo que me jode es quedarme tratando de encontrarle sentido a un silencio que no lo tiene.
La comunicación no puede ser abstracta. No puede ser una nube vaga de ausencias disfrazadas de respeto.
No quiero más esa narrativa donde hablar es “intenso” y desaparecer es “tranqui”. Porque ¿qué tan frágil se volvió la comunicación, que decir “che, no me pinta” parece más violento que ignorar al otro como si fuera una notificación irrelevante?
Yo también fui egoísta en otros momentos. Yo también me fui sin explicar. Pero hoy, que entiendo el fastidio de quedarse con preguntas, elijo hablar. Elijo incomodar, decir lo que pienso, aunque sea torpe.
Porque el silencio solo parece pacífico para quien lo elige.
Para quien lo recibe, es un incendio sin llamas.
Una guerra a ciegas.
Una metáfora sin retórica.
Y eso, por más que intente disfrazarse de “nada personal”, es violento.
Me pasó hace poco y totalmente, que te dejen de hablar así si más abre infinidades de puertas, algunas un poco angustiantes. También es una era de virtualidad y a veces el interlocutor solo está jugando a las app de citas y probando su valor de mercado, quizá no quieren mas que eso, medirse.
ResponderEliminarFerr tiene sentido, pero que paja seguir buscándole explicaciones. Agota.
EliminarEl silencio es difícil, hasta que entendes que no todo el mundo tiene la madurez necesaria para sentarse enfrente tuyo y decir las cosas.
ResponderEliminarCoincido y creo que cuando recibimos ek silencio al menos tenemos que poder decir que nos molesta. Total ya es perdido por perdido…
Eliminar