Como una mancha movediza sobre el acolchado pastel, da vueltas mi gato.

Y es mío porque está conmigo, no se si podría obligarlo a que permanezca. No esta atado ni encerrado en la casa en que vivimos, solo es presa como yo, de un mundo que se está poniendo feo.
Hay una y mil guerras, desastres “naturales”. Somos pobres, ricos vacíos, machos de mierda.
Mi gato negro permanece, y el pedazo de mundo que compartimos arriba de la cama se vuelve amable, amoroso.
Hay contraste y texturas, hay olores y ruiditos. Lo miro, se que va a dormir esta noche y me basta con eso.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Manual para exorcizar fantasmas (y no desaparecer en el intento) - Primera parte

Dolerme

No quiero desilusionarte pero...